Libros con alma

Tengo que contarte tantas cosas..., historias aterradoras, relatos cortos, distopías, y todo lo que quieras imaginar. ¿Te apuntas a este viaje?

QUIERO LEER
QUIERO AYUDAR
DOS PERSONAS, DOS MANERAS DIFERENTES DE MIRAR























Aquel sábado dos desconocidos coincidieron en el Rijksmuseum de Ámsterdam. El azar les reunió frente a ese cuadro, “Noche estrellada en el Ródano”, y juntos permanecieron sentados sin dirigirse una palabra.

La oscilante mano de Carlos estaba a escasos centímetros de la de Amanda, pero sus pensamientos eran antagónicos tanto en el tiempo como en el espacio.

Ella observaba ese cielo estrellado de girasoles como si de una fiesta de pirotecnia se tratase. Más abajo se podían ver dos barcas amarradas a la altura de sus pies; dos barcas dos caminos a elegir. Una para su ex-marido, que deseaba que fuese a la deriva, y la otra para poder cruzar al otro lado.
En las aguas mansas, como túnicas de seda, se proyectaban las luces de la ciudad; luces cálidas, acogedoras.  Allí era donde quería cruzar sin mirar atrás, para no darse cuenta del fatal desenlace de su ex-marido. No quería mirar como se precipitaba al vacío, por miedo a tener que asumir que quizás, todavía sintiese algo por él. 

La sonrisa de alivio de Amanda, pasaba desapercibida para Carlos. Éste, ensimismado por la pintura, se le escapaban lágrimas nómadas que parecían irse en busca de otros dueños.
Aquel cuadro le recordó esa noche de vigilia que pasó con su difunto hijo. Habían quedado para ver las estrellas, pero ahora al mirar ese cielo al óleo no veía astros sino visiones . Visiones que mostraban que hay algo más después de esta vida. A pesar de tener esa sensación, no pareció tranquilizarle en absoluto.

Las luces de la ciudad iluminaban las ondulantes aguas. Haciendo que las franjas no iluminadas fueran más oscuras. Esa oscuridad le inquietaba porque para él representaba el mundo de los muertos. 

Entendió que era el momento de dejarle marchar. Entendió que su barca le llevaría a la ciudad de vuelta, y que la de su hijo tenía que hacer un largo viaje hacia algún lugar desconocido. Le siguió con la mirada hasta llegar al final del cuadro, más allá no lo pudo seguir…

Lo que habita fuera de la pintura es el mundo de la imaginación; y lo que hay después de la muerte apenas llegará a intuirlo ni a soñarlo.

Israel Esteban

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *