No deja de ser curiosa la idea de
imaginar a Pablo Iglesias viviendo con su homólogo en femenino bajo un mismo
techo. Me los imagino cada uno con su portátil, uno en frente del otro,
contestando a un tweet o compartiendo un post. Asomando la nariz por encima del
filo de la pantalla para escudriñar los dominios del “adversario”. Seguro que
en más de una ocasión se han mirado con recelo, deseando en lo más profundo de
su fuero que, ojalá, el otro fuera un ebanista, por decir algo.
Qué maravillosas serían sus vidas sin esa dialéctica combativa, sin esos referéndums sobre si se cena esa noche en casa o
fuera, sin esas comparaciones que le duelen más a Tania que a Pablo. Puede que
al final se vayan a la cama sin cenar, con los estómagos encogidos y con varios
puntos de sutura en las entrañas; porque discutir te rompe por dentro. Una nueva
forma de guardar la línea…Si es que hasta leer según qué periódicos les hace
quemar calorías.
Sin duda lo más sensato sería apagar el
móvil al rebasar la puerta, y procurar lo inevitable: hablar del trabajo en
casa. Sin duda el círculo de Podemos más arriesgado, el Círculo Familia
(famulus del latín, que significa: “sirviente o esclavo”) en el que se van añadiendo,
de forma peligrosa, cuñados, yernos y suegras. Al final de cuentas quién no tiene
uno de esos en casa, todos sabemos los riesgos que conlleva vivir en pareja
(risas).
Pero si encima añades todo lo demás, es
una proeza. Yo ya no necesito más pruebas, estoy totalmente convencido. Pablo
es Jesucristo. Lo dije hace tiempo y lo mantengo ahora. Vaticiné que lo iban a
crucificar y ya lo están haciendo, aunque los clavos ya no son clavos. Los
clavos son palabras mortíferas, son dardos avinagrados que acidifican la
sangre, oxidándola, y no hacen otra cosa que colapsar el sistema inmunitario.
Después de esto suelen aparecer arrugas varias, como las patas de gallo.
Hace poco vi el vídeo de un Pablo
primerizo, más joven e inexperto. Aún conservaba la delgadez de la
adolescencia. El rostro fino, sin la arruga del entrecejo. Un rostro más
relajado y por voz un hilo que en ocasiones se perdía entre los entresijos de las
máquinas de café que había junto a las oficinas. Los hombros replegados sobre
sí mismos. Pero ahora, es voz potente bien proyectada. Rostro alto, firme.
Es el estilo, que ha ido puliendo,
artimañas por haberse enfrentado a tantos combates. Pero de nada le servirá
todo lo aprendido porque según he leído por ahí, las mujeres están ahí para
amarlas, no para comprenderlas.
PD: Dejo la canción del Dúo
Pimpinela para que la gente haga memoria. Pulsa en la imagen.
Israel Esteban