Con esa exactitud tan característica de la ciencia, Richard
aseguró que la figura que se le había aparecido a Sonia en la tostada no era la
cara de Dios, sino la estampa fortuita del moho sobre la harina refinada.
Sonia,
notablemente enfadada, abofeteó la cara del joven científico y corrió al
encuentro del cura, que a esas horas le estaría esperando.
Mientras corría
pensaba en los jóvenes de hoy en día, que se empecinaban en no creer en nada. ¿No podría seguirle la corriente aunque sólo fuera por esta vez? El cura la
creería. Indefectiblemente convertiría el hecho en un milagro, aunque sólo
fuera un intento para arrebatarle el turismo al pueblo de Borja.
Feliz cumpleaños:) Para A. M. S. E. L
Israel Esteban
Pero esto ¡qué é lo que é!. Mas dejao muerta. Puro surrealismo pequeño Salvador.