Libros con alma

Tengo que contarte tantas cosas..., historias aterradoras, relatos cortos, distopías, y todo lo que quieras imaginar. ¿Te apuntas a este viaje?

QUIERO LEER
QUIERO AYUDAR
El bibliotecario. Ese hombre que hace su trabajo.



Normas de la biblioteca:

  1. Sólo se renueva una vez por internet. Insuficiente para libros de más de mil páginas. Incompatible para personas que tienen vida.
  2. En el caso, de que por el motivo que sea (a veces a los humanos les pasan cosas), no hayas podido terminarlo en la fecha señalada, tienes que devolverlo ipso facto (hasta el momento bien).Pero no sólo eso. Si quieres volver a cogerlo no puedes hacerlo pasadas las veinticuatro horas. Odio esta norma. Suelo quedarme de brazos cruzados delante del bibliotecario sin respirar hasta que me hace caso. No lo hagáis. No funciona, no te hace caso. El bibliotecario es sabio e infinito.
  3. Los comprobantes que dan son de papel de fumar, los diferencio porque chupes por donde los chupes, nunca encuentras el lado brillante y pegajoso. Y la tinta es efímera, incluso hasta poética. Mires por donde la mires, incolora.
  4. De momento sólo quiero hacer hincapié en estas normas.
  5. Vuelve al punto cuatro. No juegues.

Volveré mañana a coger el mismo libro que entregué hoy. La verdad es que cuando llega el momento de la devolución, me resulta muy  duro. Con ese afán de poseer, a esas alturas, lo sientes tuyo y te cuesta soltarlo.

Felices lecturas y paciencia. Por cierto ya falta muy poco para que salga mi libro: “La muñeca que vio la luz del sol”. 😉

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Israel Esteban







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