Mientras que el calor de África se cuela como intangible patera por las entrañas de España, nosotros empezamos a añorar el clima antagónico y gélido de hace poco. Soñamos con la idea de poder tener algún día un clima personalizado; una atmósfera, al gusto, que cambie con tan sólo un clic del ratón. Disfrutaremos de esta canícula girando la cabeza, con la desconfianza que nos ha otorgado nuestro efímero paso por la tierra.
Descansad elefantes africanos, Don Juan Carlos I de Borbón yace bajo sábanas de lino abrazando su cadera de cristal,y aunque las cabezas de vuestros hijos permanezcan impasibles en la pared de su salón, reconoce, al menos, que se ha equivocado. No sabemos en qué exactamente ya que la lista es muy larga.
Israel Esteban