He podido
contactar con uno de los afortunados que ha abandonado el paro este pasado mes de
agosto. Concretamente hablamos de Antonio L., que entró a formar parte del
servicio de nuestro Presidente, en la Moncloa, y junto con él treinta
compañeros más. Según fuentes fidedignas (el del ama de llaves y el repartidor
de prensa), escucharon las preocupaciones que tenía Rajoy a las diez de la
mañana del día 31 de julio:
-Elvira.
(Silencio)
-Elvira mi amor, estoy preocupado.
(Levantamiento de ceja por parte de Elvira (claro reflejo de
hastío))
-Dime, mi cucurucho.
-He hablado con el Inem.
-¿Y?
-La gente vuelve de vacaciones y no contrataran a más
camareros.
-Sí, como cada año.
-El problema es que no tienen previsiones sobre que en
agosto vaya a disminuir desempleo y necesito, por el bien de mi persona, que
algún que otro sujeto abandone la cola del paro. Aunque sea sólo unos días.
(Reflexión por parte de Mariano, con postura del pensador de
Rodin incluida).
-Mariano, a qué viene esa sonrisa tan rara en tu semblante.
No estarás pensando en…
-Sí, lo tengo decidido. ¡Martina hazme un zumo de naranja
recién exprimido y no te olvides de colarlo, odio la pulpa!
(La doncella se dirige a la cocina y desaparece tras la puerta.
Nuestro Presidente prosigue).
-Contrataré a algunas personas, a veinte o tal vez a
treinta, qué más da. Les haré un contrato temporal, de unas horas. Así ayudaran
a Eusebio el jardinero, sí. Les dejaré que enreden por el jardín y que me hagan
torrijas y “milkshakes”(batidos) a cascoporro.
-Pero amorcito, eso es ridículo. La prensa hará sorna sobre
la noticia.
-Te equivocas mi palomita, te equivocas. En el subconsciente
de los españoles pernoctará la idea de que España va bien, pensarán orgullosos
que su Presidente lleva dos meses consecutivos marcándose tantos.
-Como quieras Mariano, pero luego no me vengas con
subterfugios y genuflexiones.
-No, amor. Lo único que para que no se note que he estado en
Santorini, te pediré que me dejes los polvos de talco para camuflar este moreno
que tan buena justicia me hace. No es nada creíble que muestre mi cara
afligida, la que tanto he practicado con mi profesor de expresión corporal, con
el mágico toque del bronceado mediterráneo.
Al día siguiente,
la noticia de que una treintena de individuos habían conseguido trabajo, la
cifra insignificante de treinta y uno en toda España, con la de millones y millones que somos, dio vueltas por todo el mundo siendo comentada hasta por
este humilde servidor; vuestro terapeuta de supermercado, yo.
Lo que nadie
sabía, hasta ahora, es que todo germinó en la mente de nuestro líder. A través de los entresijos de su psique concibió esta estratagema elaborada y sutil para salir “beneficiado” en las
encuestas.
Israel Esteban