A día de hoy,
Marian ha hecho mejoras en su vida. Para empezar ganó el
concurso a la mejor tortilla de la capital de La Rioja (la cual fui a probar hace poco). Como diría
Rafael: “una tortilla de escándalo y a buen precio” (pido perdón por el chiste desprovisto de gracia). Por otra parte, ha llegado a un acuerdo con el banco para que no le quiten el piso. Me agradó verla bien y yo, como
Mary Poppins, abrí mi vetusto paraguas y proseguí mi camino.
La segunda
historia, la de
Giovanna Gómez, fue difundida por primera vez el 19 de junio en este
blog. Desde entonces han pasado muchas cosas. Cosas que os cuento a modo de receta.
Ingredientes del bizcocho:
Un ser humano (en este caso Giovanna) + una nota escrita con la misma desesperación con la que lo haría un náufrago en una isla desierta.
Después se mete la nota en una botella y se lanza al mar de brea custodiado por edificios de ladrillo y de automóviles que asolan la ciudad. En el transcurso del viaje, la masa va adquiriendo cuerpo y se va cocinando en su propia esencia.
Sólo falta que un
marinero de extrarradio localice la botella. Para ello es necesario que los planetas se alineen y poner un cuenco de leche como ofrenda a la Luna.
Después:
Un
terapeuta de supermercado (en este caso un humilde servidor) descubre el bizcocho. Lo adereza, lo adorna, le hace fotos y lo mete en el horno. Es imprescindible usar algo de levadura virtual (15 gramos de Radio Rioja + 200 gramos de
Facebook +100 de
Twitter + 20 de
Google plus + 1 kilo de blog). Se vuelve a dejar reposar unos días.
El bizcocho empieza a crecer tanto que empieza a desbordarse. Todo ello es debido a que la receta, ya a merced de todos, ha ido evolucionando y la gente que la encuentra le va añadiendo nuevos ingredientes.
Ingredientes nuevos: molde nuevo de la mano de
VectorSocial, un poco de moscatel del periódico
La Rioja, un chorrito más de Radio Rioja, ralladura de naranja de la mano de la televisión, y trozos de coco del periódico
El País.
Al final, lo que queda es: un bizcocho suculento, una persona feliz, casi acostumbrada a que la fotografíen tanto como a cualquier persona de renombre, un negocio que ya ha guardado el cartel de se traspasa y un mostrador lleno de género.
A nuestra querida Giovanna, que está eternamente agradecida, ya no le quedan palabras para trasmitir todo lo que siente. Hace tiempo que, con diccionario en mano, agotó todos los sinónimos, los adjetivos y todas las palabras derivadas de: gratificar, premiar, recompensar, complacer, etc.
También dijo: “Soy una persona que sólo ve a personas. No veo colores, ni razas, ni religiones. Yo convivo, comparto y ayudo a todos los que puedo. Porque ante todo somos personas y tenemos que respetarnos”.
Una mágica cadena de favores corre en todas las direcciones. Una fiebre extraña calienta mentes enfriadas a golpe de televisor. A muchos les ha entrado la locura y quieren ayudar, porque ayudar engancha, apetece.
Como apoyar apetece, nuestra joven carnicera, ha puesto en su local un punto de recogida de tapones de plástico para socorrer a
Aitzina. La
ataxia-telangiectasia es la enfermedad que padece y de esta forma podemos cooperar para la investigación de la misma (
http://www.aitzina.org/reciclaje-solidario/).
Vete a visitar a
Giovanna y de paso llévale unos tapones de plástico para esa causa. Si vives lejos y te gustaría poder contactarla, puedes hacerlo a través de su cuenta de
Facebook.
Os dejo aquí unas fotos de las últimas visitas:
Aquí tenemos a Romina Selene regalándole un ordenador portátil.